Es impresionante la historia del centurión, como la palabra de Dios nos enseña en Lucas 7:1-10. El centurión amaba mucho a su siervo, que estaba enfermo y muy cerca de perder la vida.
Antes que el siervo del centurión estuviera enfermo, él quería una vida diferente, pero no sabía como hacerlo, se acercó a través de la religión, pero la religión no logró ayudarlo.
Pero en medio de la necesidad, el centurión encontró la oportunidad para que su siervo fuera sano y el hallar una vida diferente.
Dice Lucas en su libro que el centurión envió a la religión a los fariseos a buscar a Jesús,
pero llega un momento en que él reflexiona y les dice que no molesten mas a Jesus, que no es necesario que llegue a su casa para sanar al siervo, ya que no se sentía digno de que Jesús entrara en su casa. El centurion entendio que la religión hace al ser humano el centro de atención, que el ser humano puede construir sinagogas para Dios; ahora entendía que él no era el centro de atención, que ni aun su propia casa era un lugar digno que Jesus podía visitar.
Hoy día muchas personas piensan que Dios es un cheque en blanco, también piensan que son dignos que Dios llegue a sus vidas.
Porque ellos lo merecen, el centurión entendió que Jesús no era un cheque en blanco, que a pesar de su necesidad, no podía llegar a Él con una demanda.
Primero, debemos aprender a tratar a Dios como él se lo merece, debemos cuidar y aprender a administrar con sabiduría lo que Él nos ha entregado.
Segundo, no podemos pensar que somos dignos y que Él debe correr a ayudarnos cada vez que tenemos una necesidad. Estos son principios de administración y principios de honra para con Dios.
Es importante recordar que Dios no está al alcance de nuestra mano como las personas suponen, Él es el creador de todo el universo, Él es el Dios eterno, no podemos acostumbrarnos ni familiarizarnos con Dios; es cierto que somos sus hijos, pero también somos sus siervos y estamos aquí para servirle y honrarle.
El centurión dijo “yo no soy digno”,
entendio que no era digno, que lo que tenía no era porque lo merecía; nosotros también debemos entender este principio y devolverle la honra, el respeto y el lugar que Dios se merece.
Para el centurion era suficiente una sola palabra, de parte de Jesus, y también debería serlo hoy día para cada uno de nosotros, porque el hijo de Dios fue enviado una sola vez a morir a este mundo por nosotros,
así que una sola oportunidad de parte de Dios trae libertad, salvación y prosperidad.
Una sola palabra puede transformar nuestras vidas y generaciones.
¡No desperdicies una palabra, no desperdicies una oportunidad!!!
Pastor Alexander García
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