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  • Writer's pictureAlex Garcia

Como Resucitan los Incrédulos

La Fe viene por el oír y el oír, la palabra de Dios. Los hijos de Dios primero escuchan y creen lo que el cielo está hablando, para que después se manifieste la revelación de lo que el cielo ha establecido. Muchas personas dicen que hay que ver para creer, pero Dios nos enseña que primero necesitamos oír, creer y luego ver.




En 1 Reyes 18:41-45 leemos que Elías escuchó una tormenta como un gran rugido, él creyó, pero no solamente él, también el siervo que lo acompañaba, aquí vemos que si es importante tener en cuenta con personas son las que nos relacionamos.


El profeta Elías le dijo a su siervo varias veces que fuera a ver hacia el mar si había señales de lluvia y el siervo iba sin perder el ánimo en todas las ocasiones que el profeta Elías le decía; debemos acompañarnos de personas que crean que es real lo que nosotros estamos escuchando, aunque ellos no lo hayan escuchado. Su siervo pudo haber dudado, ya que fueron varias veces las que Elías le mandó a ver si había señales de lluvia y aunque el siervo no veía resultado, fue fiel y leal al profeta, él sabía que Dios había usado en el pasado al profeta Elías y por ello el siervo continuaba confiando en sus palabras. Necesitamos rodearnos de personas, que cuando lleguen los momentos difíciles sigan confiando en la palabra que Dios depositó.


El creer inicia por el oír, el oír, la palabra de Dios, pero solamente oír no es suficiente, se necesita también creer; una semilla para poder crecer necesita de agua y la palabra de Dios es como una semilla, y necesita fe para poder creer. Creer es lo que nos hace diferentes de aquellos que dicen tener la palabra como semilla, pero no crecen, porque no tienen fe, no confían en lo que Dios ha hablado.


Marta, la hermana de Lázaro, tenía la palabra, pero no creía a la palabra. Juan 11:40 “Jesús le dijo: ¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?”


Marta recibía a Jesús en su casa, preparaba alimentos para Él, se sentaba a la mesa con Jesús, caminaba con él, pero en el momento que debía creer no lo hizo.


Jesús, a través de la muerte de su hermano Lázaro, le demostró a Marta que con la palabra no es suficiente, que es necesario creer. Al cuarto día de muerto Jesús le dijo “Lázaro sal fuera” y ese día resucitaron dos; resucitó Lázaro y resucitó también la fe de Marta. Muchas veces Dios hace milagros para que aquel que no creía y estaba a punto de claudicar pueda creer y volver en sí. El problema no era que Lázaro hubiera muerto, el problema era Marta por su incredulidad.


Somos un ministerio que crece y trasciende porque permanece creyendo y confiando en la semilla, en las palabras que Dios nos ha hablado.


Pastor Alexander García.



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